miércoles, 29 de mayo de 2019

14.- Sócrates



Hola amigos, como quedamos trataremos de ir publicando cada semana, esperamos les gusten nuestras aventuras. Si lo notan varias de las fotos son de nosotros. Si ya nos conocen seguro se dieron cuenta. Muchas gracias








Fabi llevaba una coleta simple y apenas algo de maquillaje al levantarse en la mañana. Aún así era todo un espectáculo digno de verse.
A pesar de haber superado los cuarenta no se le notaban los estragos del tiempo, ni en el rostro ni en el cuerpo. Era una fan del fitness y entrenaba su cuerpo diariamente durante dos horas. Con aquel ritmo de actividad física era difícil encontrar en su cuerpo un gramo de grasa, su trasero era redondo y firme como de granito y con la textura del terciopelo, sus muslos redondeados y con la firmeza del mármol, sus piernas pequeñas y suaves, su vientre plano como una tabla y en su curvada cadera se derrapaba el deseo.

El llevar una dieta equilibrada, y beber mucha agua le permitía tener la piel tersa y suave como la seda. Pero las curvas que más hacían enloquecer a los hombres de cualquier edad que se cruzaban con ella eran sus magníficos senos, que además de naturales eran grandes y turgentes, esféricos y erectos a pesar de ser enormes, destacando en su figura como dos volcanes en una cordillera.

Alex, el cual es un buen mozo de cuarenta y seis años; de cuerpo atlético, que mantiene corriendo ocho kilómetros diarios y con ejercicios de piso aprendidos de joven cuando practicó gimnasia olímpica.

Parecían una pareja normal pero no lo eran, compartían un secreto. Ella tenía sexo con cualquier hombre que tuviera a disposición y a Alex le encantaba la idea de que ella lo hiciera, siempre y cuando le relatara con detalles todo lo que hacía, la forma en que la penetraban, la cantidad de veces que se lo metían y el tamaño de los instrumentos de sus amantes.

Aunque para algunas personas podrían parecer pervertidos en realidad ellos así eran felices. Eran una pareja liberal y veían el sexo como diversión.

Ese día vestía una chamarra de mezclilla, sin blusa, solo el sujetador de color rosa por debajo. Además de una minifalda negra muy sexy y sus inseparables zapatillas de tacón alto. Así acostumbraba salir a donde fuera, ese día tenía una cita con el médico. Algo de rutina, pero necesario para cumplir el requisito en el gimnasio donde entrenaba diario.







La clínica privada lucía limpia, moderna y espaciosa. La asistente le recibió los documentos y le indicó que tomara asiento para esperar al médico que debía revisarla. De uno de los consultorios asomó un joven galeno que llevaba una tabla portapapeles en la mano y mencionó su nombre. Ella se levantó y entró al consultorio evaluando al joven que la revisaría. Era guapo y se veía atlético, la parte de sus brazos que alcanzaba a asomar bajo su bata se observaba muy velluda. Eso le hizo imaginarse como se vería el resto de su cuerpo. El joven aparentemente captó la manera en que Fabi lo miraba y aunque pareció ligeramente sorprendido no se intimidó ni se ruborizó, al contrario, pareció entender el juego y sostuvo su mirada con picardía. Fabi era demasiado avezada en esas lides como para sonrojarse, y le pareció detectar un brillo especial en los ojos del joven médico, algo que no sabía definir, pero que le resultó muy atractivo. El joven se presentó como Sócrates Sánchez y le extendió la mano, tenía mucho tiempo que un hombre no la ponía nerviosa, pero este chico tenía algo que le hacía sentir raro, casi como si le inspirara temor. pero sus ojos grises resultaban muy atractivos. Dentro del consultorio los acompañaba una enfermera muy joven, que se veía ligeramente nerviosa, seguramente eran sus primeras prácticas. La enfermera comenzó con las preguntas de rutina, su historial familiar, padecimientos previos, etc. y comenzó a anotarlos en el expediente. Entonces le pidió que subiera sobre la camilla de exploración y se recostara. En ese momento sonó su teléfono celular, la enfermera sin dejar de anotar colocó su teléfono y lo sostuvo sobre su hombro apoyando su cabeza y comenzó a charlar. El médico le indicó de manera imperativa que si iba a contestar su llamada al menos saliera del consultorio para que no interrumpiera, la chica alarmada y ruborizada salió como un rayo, dejando a Fabi a solas con el joven y muy atractivo doctor. El doctor Sócrates tomó el historial médico de Fabi y lo revisó para ver si no le faltaba nada. Entonces le preguntó que si no había tenido hijos por planeación o si no se había podido embarazar. Fabi le dijo que aunque nunca había usado métodos anticonceptivos nunca se había embarazado. El doctor le preguntó entonces cuantas parejas sexuales había tenido el año pasado. En ese momento Fabi si se ruborizó y dudo entre mentir o decir la verdad, pensó que a fin de cuentas el médico se suponía que no debía juzgar sino mantener una objetividad. Decidió ser sincera, le dijo que había tenido sexo al menos con cuarenta hombres aparte de su esposo. El Doctor Sócrates no pareció alarmarse ni juzgarla por eso, aunque la miró de manera directa y le preguntó si su esposo había tenido igual varias compañeras sexuales, ella contestó que si, que al menos había estado con unas diez mujeres. Sócrates lo anotó en el registro y dejándolo sobre el escritorio le pidió que se quitara la chamarra, se recostara y se relajara. Fabi pensó decirle que no llevaba blusa bajo la chamarra pero decidió mejor brindarle un gran espectáculo, se quitó la chamarra y la colocó sobre el respaldo de la silla, subió a la mesa y se acomodó. Al momento de que se recostó, sus pechos se desparramaron asomando bastante por la parte superior de su sostén.

Sin embargo Sócrates no parecía alterado por la exhibición, le palpó varias veces la parte baja del abdomen y pareció satisfecho, el problema es que el contacto de sus manos con la piel de Fabi habían conseguido excitarla, aunque no se atrevía a dar un paso más ya que el médico no parecía muy interesado. Sócrates le preguntó si no había tenido alguna molestia y Fabi le respondió que últimamente había tenido un ligero escozor al orinar y cuando tenía relaciones sexuales. La realidad es que fue muy audaz ya que no era cierto aunque pensó que quizás eso haría que la revisara en la zona donde tenía ardor pero no precisamente del malo. Sócrates le pidió que se levantara la falda y se quitara la ropa interior para revisarla.


El joven médico corrió una cortina lateral que ocultaba a Fabi mientras ella obedecía, excepto que no solo se quitó la parte inferior sino incluso el sostén, quedando totalmente desnuda, solo con sus zapatillas. Cuando el doctor regresó a la mesa siguió imperturbable a pesar de tener semejante hembra delante, se había colocado un guante de exploración en la mano derecha y se untó algo de lubricante. Introdujo los dedos suavemente en la vagina de ella, que sintiendo el frío del gel respingó un poco, aunque su expresión de sorpresa se alargó en lo que pareció un murmullo de placer.




Conforme el médico seguía explorando la cavidad ella cada vez se sentía más y más excitada, tenía ganas de saltar encima del doctor, despojarlo de la ropa y comenzar el juego, pero él no parecía notarlo o estar interesado a pesar de que ella se retorcía de manera evidente como gata en celo, el médico entonces retiró los dedos que hasta ese momento a ella le generaban tanto placer y se volteó hacia la mesita de instrumental para tomar un colposcopio, aparato que no resultaba nada grato tener introducido en la vagina, Fabi pensó que quizás lo hacía intencionalmente para castigarla por estar de ofrecida con él. Cuando el doctor pareció estar satisfecho con el examen y retiró el instrumental le dijo que ya podía vestirse, pero Fabi estaba demasiado excitada como para pensar y sin dudarlo se sentó en la orilla de la mesa y arrojó sus brazos al cuello del médico, acercándolo hacia sí y besando sus labios, esperando o una respuesta o un rechazo.



El beso fue profundo y prolongado, ella imaginaba los cuerpos desnudos de ambos frotándose durante horas, pero en ese momento se escuchó la puerta del consultorio que se abría dando paso a la boba enfermera que afortunadamente no los vio ya que quedaban ocultos por la cortina. Sócrates se retiró despacio sin demostrar ningún nerviosismo y le fue explicando el tratamiento que debería llevar durante al menos siete días.
El médico tomó asiento y comenzó a escribir una receta sobre su escritorio, mientras Fabi se vestía rápidamente. Ella se sentía demasiado excitada, le habían cortado la inspiración en el peor momento, pero el doctor parecía relajado y tranquilo. Cuando Fabi se acercó al escritorio Sócrates le indicó que debía abstenerse de tener relaciones sexuales durante siete días ya que era requisito indispensable para el tratamiento, y que debía volver al terminarlo para revisión, y que no debía de faltar a esa regla porque él se daría cuenta. Fabi se aterró, cómo era posible que le pidiera semejante suplicio. ¿Ella que no podía dejar pasar un día sin sentir un hombre adentro? ¿Cómo iba a sobrevivir siete largos días sin sexo?
Salió del consultorio sintiendo que quería gritarle a alguien, cómo era posible que por su calentura, ahora tuviera que esperar siete días sin coger, además le había amenazado el médico que si no lo cumplía no le daría el certificado para el gym. Eso era chantaje, pensó Fabi.



Al llegar a casa le contó a Alex su aventura y él riendo un poco, de manera poco empática le dijo que no moriría si no cogía una semana, que obedeciera al médico y se quitara de problemas, además de que debería dejar de coquetearle ya que aparentemente el tipo no estaba interesado.
Fabi estuvo de acuerdo en eso, aunque no dejaba de causarle extrañeza que cuando lo besó sintió claramente cómo él respondió con sus labios y lengua, además de que sus manos fueron directamente a sus nalgas mientras la besaba. Aunque su frialdad posterior la confundía. Lo que más le llamó la atención fue su aroma, no porque oliera mal, sino que parecía oler a feromonas y algo extraño, algo que no podía reconocer, sabía que lo había olido pero no lo recordaba.
Decidió que Alex tenía razón y era mejor obedecer las indicaciones, llamó al consultorio y le preguntó a Sócrates si al menos podía masturbarse, pero él le dijo que no podía hacer eso, ya que las manos eran portadoras de bacterias, y si lo hacía corría el riesgo de otra infección y pasarse más tiempo en castidad.
Así que como buena mujercita se aguantó durante los siete días que le impuso el médico. No supo como pudo resistir. Alex le dijo que por él no se preocupara ya que la asistente que había contratado para el club resultó ser de cascos muy ligeros y se iban todos los días en las mañanas a un motel, por lo que él estaba bastante satisfecho. Pero en consideración a Fabi había pospuesto la reapertura del club hasta la siguiente semana ya que debía estar presente.



Un día antes de su cita con Sócrates, Alex se fue temprano ya que aparte de coger con su asistente debía preparar muchísimas cosas para la siguiente noche en el club, le dijo que tenía que recibir proovedores y contratar personal por lo que seguro llegaría de madrugada ya que debía hacer entrevistas, casting de los músicos, revisar control de calidad y todo debía estar listo esta misma noche. Pero le dijo que le compensaría con una sorpresa para la noche de reapertura.
Fabi lo despidió con un beso y le dijo que no se preocupara, que ella estaría bien.
Se pasó el día ocupada en los asuntos de la casa, supervisando a la señora del aseo y a la cocinera. Al caer la tarde las domésticas se fueron y ella se quedó sola. Pensó en lo que daría por poder llamar a algún amigo y follárselo toda la noche, ya estaba desesperada. Se consoló pensando en que la mañana siguiente se acabaría su suplicio, y que al salir del consultorio seduciría al primer tipo que se atravesara en su camino, quizás el chofer del UBER o algún repartidor. Decidió tomar un baño para ver si eso la relajaba, preparó la tina y el baño de burbujas, se quitó la bata y se sumergió durante un buen rato en la tina de hidromasaje.

Al salir se dirigió a su habitación cubierta con una bata muy delgada y observó por la ventana la hermosa luna llena que iba subiendo por la bóveda celeste, Le pareció encantadora y romántica y deseó que Alex se encontrara con ella, de pronto se sorprendió rozando su clítoris con los dedos al pensar en Alex. Ella sabía que a pesar de todos los amantes que había tenido, el amor que sentía por su esposo era cada vez más grande. Aunque rara vez se excitaba solo de pensar en Alex, en ese momento la acometió un avasallador deseo de llamarlo y pedirle que la hiciera suya sin importarle el médico ni el gym ni nada más. Salió de su cuarto y se dirigió al estudio para buscar su teléfono celular ya que hacía un rato lo había dejado cargando. Al encontrarse a la mitad del pasillo vio que la puerta del jardín estaba completamente abierta, se imaginó que la debían haber dejado mal cerrada alguna de las empleadas domésticas y se encaminó a cerrarla. Cuando lo hizo vio con horror algo muy extraño. Sobre la alfombra del pasillo había una huella parecida a la de un animal, pero era una huella inmensa, mucho más grande que las huellas que dejaba Magnus. Le pareció increíble que existiera un animal de ese tamaño y que además se hubiera metido en su casa. Se dio cuenta de que era mejor llamar por ayuda, pero al correr hacia el estudio por su celular escuchó a sus espaldas algo que la paralizó. Era un gruñido muy grave y profundo que le erizó el pelo de la nuca y le hizo sentir un miedo que jamás había sentido. Sin necesidad de voltear escuchaba su respiración y el olor que despedía era muy fuerte, olía a animal, a almizcle.

Estaba encerrada en esa habitación, la única salida estaba obstruida por lo que parecía ser un enorme animal que aun no había visto. Venciendo su miedo dio un paso al frente hacia su teléfono y el gruñido se hizo más fuerte, era una advertencia. No sabía que hacer, avanzar quizás propiciaría un ataque, no tenía opciones, si al menos tuviera un arma.
¡Un arma! Recordó que había leído hacía poco que algunos animales usaban el sexo como defensa ante ataques de los animales dominantes, se preguntó si eso le funcionaría en esas circunstancias y decidió que no tenía nada qué perder con intentarlo. Dejando caer su bata quedó completamente desnuda, su cuerpo de marfil brillaba con la luna llena. Giro a la izquierda poniendo las manos sobre la pared ya que sentía casi desmayarse y poniendo su trasero en pompa esperó a la reacción del animal. Entonces pensó en qué pasaría si no era macho, no había caído en cuenta de eso, pero inmediatamente escuchó que la respiración del animal se hacía más rápida, y se acercaba a ella. Fabi cerró los ojos esperando sentir el ataque, pero lo que sintió fue como ese animal olía su trasero y comenzaba a hurgar buscando su sexo y lamía con avidez.



Recordó cuando Magnus la hizo suya y eso le desató la excitación, ya que la lengua de ese animal parecía saber lo que hacía y por donde lamer. sus piernas se aflojaron sin querer y cayó de rodillas, afortunadamente su tapete de ejercicios le quedó cerca y lo colocó debajo suyo para tener al menos un poco de apoyo acolchonado.



El animal siguió lamiendo su vulva y ella se retorcía del placer, los días de ayuno la tenían al borde del colapso sexual y ella ya no podía más, necesitaba sentir un macho dentro, lo necesitaba con locura. Entonces lo sintió. El animal la tomó con sus zarpas de la cintura y le hundió su pene, que aunque Fabi no había visto calculaba que era el más grande que le hubieran metido jamás. Sintió en lo más profundo de sus entrañas el empujón, sin embargo era tanta su excitación que no le importó. Era lo que necesitaba y no lo dejaría ir hasta que hubiera terminado. Recordaba que Magnus parecía comenzar a eyacular desde el principio varias veces durante el acto, pero este animal no se sentía igual, incluso se movía suavemente, como si fuera humano. No sabía si debía voltear a verlo, quizás se arriesgaría a ser atacada. Decidió no voltear y mejor esperar a que la bestia terminara y quizás se fuera. El movimiento que el animal imprimía a su cadera cada vez parecía más rápido, ella ya gemía del placer, le encantaba su manera de hacerlo, era profundo y cambiaba de repente de ritmo, haciéndola sentir cada vez más cercana al orgasmo, de repente no pudo más y gritando como sólo ella era capaz de hacer terminó convulsionando en el mejor orgasmo de su vida. Cayó sobre el tapete totalmente laxa y se desmayó...




Que rico sentía cuando le lamían los senos, se entretenían sobre sus pezones y chupaban con fruición sus enormes tetas. Había soñado que un animal la cogía riquísimo y no quería despertar, pero lo que la terminó de despertar fue el olor, sin abrir aún los ojos lo primero que percibió fue ese aroma animal. Abrió los ojos asustada y lo vio por fin, sobre de ella estaba alguien muy peludo y muy grande, con un pene que sobresalía erecto casi hasta su pecho, era formidable el tamaño de ese instrumento. Y pensar que hacía un momento lo tuvo dentro se le hacía increíble. Pero no supo que era hasta que vio que sobre su cabeza tenía orejas erectas, como un lobo. El lobo levantó la mirada y le mostró los colmillos gruñendo, eran enormes y amarillos, si quisiera fácilmente la destrozaría, pero ella no quería oponerse, al contrario, quería volver a ser suya y comenzó a menear la cadera frotándola en su pene, invitando a la bestia a volver a cogérsela. El hombre lobo la miró con sus grandes ojos grises y la levantó recargándola en la pared y mirándola a los ojos. Ella sin desviar la mirada le dijo que la hiciera suya las veces que quisiera.




El hombre lobo la tomó en sus brazos y la llevó a la habitación, la depositó suavemente sobre la cama y Fabi tomando el durísimo y muy grande pene del lobo comenzó lo que era su especialidad, y aunque solo consiguió introducir la mitad de ese enorme miembro, lo disfrutó muchísimo y al parecer también el lobo que se colocó sobre de ella volviendo a penetrarla hasta hacer que se viniera de nuevo. Así siguieron durante casi toda la noche hasta que cercano al amanecer Fabi se quedó dormida.
La despertó el ruido de Alex entrando, pero se sentía tan agotada de haber tenido sexo de manera tan animal que no pudo levantarse. Alex entró en la habitación y al verla despierta le contó que habían tenido algunos problemas pero que todo se había solucionado y le pidió disculpas por llegar tan tarde. Ella le dijo que no importaba que de todas formas se había quedado dormida y no sintió el paso del tiempo. Alex la miró con extrañeza y le dijo que por qué mentía, si él había visto salir a un tipo hace unos momentos. Alex había pensado que ella no había resistido más y había terminado por invitar un amigo. Fabi le dijo que no era posible, que a quién había visto salir. Alex solo le dijo que era un tipo vestido de Doctor, con bata y todo. Que se había imaginado que el jueguito de pasar tantos días sin sexo era para que el Doctor aprovechara.
Fabi estaba completamente en shock, pero recordó el olor que había percibido cuando beso al doctor, era igual al de Magnus, olor de animal...

Un mes después:

Fabi miraba por la ventana la hermosa luna llena y se preguntaba si acaso la visitaría nuevamente la bestia que tanto placer le había dado. Por si acaso le dijo a Alex que esperaba a un amigo y que él se fuera a pasar la noche en casa de su asistente para que así cada quien pudiera tener diversión sin estorbos.
De repente observó la silueta enorme que se recortaba en la puerta del jardín, aparentemente saltaba por la barda para entrar por ahí. Además ya percibía ese olor a sexo animal que le había provocado adicción. Y se preparó para no dormir en toda la noche.












3 comentarios:

15.- Fer

Hola amigos: Ya estamos de regreso con nuestras aventuras, hemos tenido intensas actividades que les queremos contar, esperamos no volver...